14 mar 2013

El uke reacio

け( (UKE): En japonés, esta palabra significa “el que recibe la técnica”. También puede definirse como “popularidad”, “favor” o “convenio”. Buscando otras palabras con el mismo kanji, encontramos que existe el verbo 受けろ que tiene como significado “recibir” (empleado en el baseball por ejemplo). Vemos bien que esta palabra esconde un aspecto pasivo ya que uno recibe el ataque simplemente.


El siguiente texto es un resumen del artículo escrito por David Lynch y publicado en el Aikido Journal # 117 (Año 1999).

   "Para los que no nos sentimos congénitamente atraídos por la violencia, el entrenamiento de aikido presenta a veces problemas que son difíciles de soslayar. Se presentan bajo forma humana y con distintos tipos de personalidad. Entre ellas se encuentra la del uke reacio.
Es el tipo que intenta bloquear todos tus esfuerzos de aplicar una técnica, y que encuentra un placer altivo en negarse a caer. Dedica su tiempo en el tatami a tratar de demostrar que tus técnicas no funcionan. Y a veces lo consigue.


Puede ser nuevo en el aikido, al que ha llegado procedente de otro arte marcial o, peor, alguien con años de experiencia que sabe exactamente como convertirse en un estorbo con la máxima efectividad.


A veces el uke reticente es asequible a la razón y responde a una pequeña charla, siempre y cuando se le de al comienzo de su carrera. Por cierto que no hay que confundirle con el uke que agarra con firmeza o ataca con sinceridad para que ambos participantes puedan explorar y descubrir el significado del aikido. La diferencia está en la actitud y en la intención.

Desde luego, al uke reticente se le puede manejar físicamente, con un oportuno atemi o un doloroso y peligroso acortamiento de una técnica, y algunos instructores se han ganado una reputación aterradora por aplicar este tratamiento de ojo por ojo, pero muchos no nos decidimos a responder de esta manera. Normalmente el esfuerzo de bloquear una técnica convierte al que bloquea en objetivo fácil para un puñetazo, pero la revancha no concuerda con los objetivos del aikido, y podría llevar a un continuo intercambio que no sería distinto de una competición.

Desafortunadamente, muchos aikidokas tienen la misma actitud, errando en kilómetros el objetivo del entrenamiento y no queriendo ver que el aikido es defensivo y no ofensivo, y que sus objetivos trascienden el ganar y el perder. Cuando abrazas el aikido, tienes que dejar de lado el mismo concepto de ganar y perder, y centrarte en alcanzar la armonía. No se puede estar en misa y repicando.

Lo que me intriga tanto no es sólo el hecho de que la gente parezca incapaz de pensar fuera de los parámetros de una competición, sino que confunde el entrenamiento en el dojo con la realidad. Conseguir que el uke reacio entienda esto suele ser un gran reto (¡si al menos se marchara y se apuntara a un deporte competitivo como el judo o el karate, en los que podría bloquear hasta hartarse!). El aikido, al fin y al cabo, no es para los que sienten la necesidad de defender su ego en todo momento. Dentro de ciertos límites, siempre podemos aprender algo al tratar de conectar con el modo de pensar de estos individuos tan contrarios, pero hay que observar esos límites, porque ir más allá de ellos puede ser contraproducente, como poco.

El entrenamiento en el dojo no es una cuestión de vida o muerte, y hay muchas cosas que no puedes ni necesitas hacer en el contexto del entrenamiento. Igual que no le puedes hacer ikkyo a un elefante ni kokyuho a una pared de ladrillo, hay algunos ukes a los que no se les puede proyectar contra su voluntad sin que nage recurra a tácticas peligrosas o violentas, alejándose al hacerlo de los principios del entrenamiento de aikido.


Cómo reacciones depende de tu entrenamiento y de tu filosofía personal: una carcajada o incluso una sonrisa pueden ser suficiente. Aunque el impulso de sugerir, de una forma u otra, que esos ukes se vayan con viento fresco puede ser bastante intenso, tenemos que aprender a echar un metafórico paso atrás (lo que también es juicioso desde el punto de vista técnico) y serenamente negarnos a seguirle el juego al uke reacio. Incluso si no puedes hacer nada con él, en el fondo no importa, porque después de todo sólo es un juego. Paradójicamente, darse cuenta de este hecho puede ser todo lo que haga falta para que la técnica funcione, pero hay que aceptar el hecho de que no les puedes ganar siempre.

Cuando sea tu turno de hacer de uke y sientas que podrías parar el movimiento de tu compañero, tienes que resistir la tentación y dejarle que complete la técnica. ¿Qué vas a perder? ¿Qué ganarías del otro modo? Desde luego, bloqueándola le muestras a tu compañero lo inadecuado de su técnica, pero hay formas más positivas de ayudarle a mejorar y de animarle a hacerlo.

La mentalidad competitiva puede invadir un dojo como un virus contra el que una atmósfera de entrenamiento constructiva y armoniosa ofrece poca inmunidad. Los recién llegados se sienten intimidados y no abren la boca, y a menudo el instructor también se siente incapaz de hacerlo sin quedar mal. Puede que sienta que debería ser capaz de encargarse de todo eso, igual que O-Sensei en los viejos tiempos aceptaba los desafíos de todo el que viniera.

Es mucho mejor, me parece, aceptar que ni somos O-Sensei ni estamos en los viejos tiempos. Es responsabilidad del instructor proteger a sus alumnos de las personas ignorantes y asegurar que el dojo sea un lugar donde se puede aprender algo que merezca la pena, en el que los estudiantes se tratan con mutuo respeto, y no un campo de batalla para egos huecos empeñados en hacerlo mejor que el de al lado. El dojo debe ser un santuario donde experimentar con seguridad ideas y técnicas que buscan un resultado totalmente diferente.

La experiencia no lleva automáticamente a la iluminación, y lo que algunos sensei dicen es verdadera mugre, mientras que algunas personas corrientes pueden ofrecer mucha más sabiduría. Es una triste suposición presumir que las personas con una larga experiencia en el aikido son de algún modo superiores. De igual modo, cualquier regla no escrita que impide que una persona proteste por el abuso de poder de los que están arriba debería tirarse al cubo de la basura de las tradiciones absurdas y sin valor.

El peligro de insensibilizarse psicológicamente a la violencia aumenta cada vez que se hace caso omiso de ésta, y sólo hay que mirar a lo que está aconteciendo en Europa ahora mismo para ver el resultado final de esta actitud.

Deberíamos agradecer a la fortuna que podamos practicar el aikido, donde se manifiesta el aspecto contrario del espíritu humano.

Lo mínimo que podemos hacer es esforzarnos por mantener la paz y la armonía en nuestro entrenamiento de aikido, por insignificante que pueda parecer en comparación con la magnitud y el horror de los acontecimientos destructivos globales actuales.

Ya hay conflicto más que suficiente en el mundo.

Veamos si podemos encontrar otra vía".